Cierro los ojos. Los minutos golpean contra la solapa de mi reloj. Escucho un suave tic-tac. Comienzo a dormirme… mi mente inicia un viaje al pasado acercándolo al presente. Una sonrisa es puesta ante mí, pero irónicamente la furia se desata en mi ser, bajo escaleras a un acelerado paso, corro, huyo, me desconcierto. Me detengo, intento suavizar mi respiración. Miro hacia atrás. No hay nada ni nadie. Miro hacia delante. Nuevamente una persona me mira, con una lágrima en su mejilla. Me tiende su mano, inconscientemente se la tomo y sonríe. Ambos sonreímos al unísono. Despierto. Con sensación de calma, me cuesta tanto abrir los ojos. Quizás pudiera sentir la calma que me brindaba esa sonrisa durante un tiempo más.
Ana Stelmack
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